A pesar de ser una especialidad en la que el trato con el paciente no suele ser directo, el especialista en radiofísica hospitalaria vela por su seguridad en materia de protección radiológica en las áreas de medicina nuclear, terapia metabólica, diagnóstico por la imagen y oncología radioterápica.

La responsabilidad de radiofísico en la práctica clínica es asegurar la administración eficaz, con el mínimo riesgo, de la radiación a fin de obtener el mejor resultado diagnóstico o terapéutico, según prescripción médica. Lo cual incluye el establecimiento de protocolos de dosimetría y control de calidad adecuados, la medida y caracterización de la radiación, la determinación de la dosis administrada, la realización y búsqueda de procedimientos para asegurar una buena calidad de imagen, el desarrollo de programas de garantía de calidad y la colaboración con el resto de profesionales de la salud implicados en la optimización del equilibrio entre el beneficio y el riesgo del uso de las radiaciones.

El radiofísico dispone de los medios materiales necesarios para determinar la dosis que un paciente recibe en un examen radiológico, así como predecir los efectos secundarios derivados de la misma.